el leviatan asado
El
Leviatán asado
Por
Naudy H. Lucena
Jamás
he leído El
Leviatán asado
escrito por el poeta Louis Untermeyer(1885-1977) pero sospecho que
su contenido fue inspirado en la obra de Thomas Hobbes(1588-1679) ,
la cual tampoco he leído, mucho menos en su idioma original
antiguo, en cambio sí he tenido en mis manos algunas traducciones
del poeta Alemán Enrique Heine (1797-1856 )y las reseñas
bibliográficas de J.L. Borges en la revista El Hogar (1986), y con
ellas, de una manera absurda y transversal, como quien anda en
zanco sobre el vacío, he tratado de derivar por
carambola(juego de billar) su real contenido a partir del concepto
mítico/original de Estado
como
Cosa
Pública, Institución
simbólica, monstruo sagrado que emerge de las profundidades del
mar y éste como todos sabemos simboliza las multitudes, la
masa, la chusma, de la que venimos, somos y andamos
misteriosamente sumergidos, entre el caos y el orden, el flujo y
el reflujo de sus mareas.
El
Estado siempre ha existido y en él todo se descubre y nada se crea
o inventa; su ubicación no es exacta sino ambigua pero nadie puede
negarlo y mucho menos desconocerlo, porque sería como negarse a
sí mismo, es semejante a la estructura parental en la que se
nace, y es lo único que puede reconocernos, registrarnos,
acreditarnos; darnos nacionalidad. El Estado es el poder, la fuerza
de la ley y el orden, el gobierno del cual nadie se escapa o
se sale y a todos arropa, protege, domina o devora. Su origen,
quizás se remonta al viejo pacto o compromiso presocial de
sobrevivencia cuando nuestros antecesores, abriéndose paso entra la
maleza, con palos y piedras en sus manos, descubrieron un poder
invisible que los ataba y hacía fuertes sin serlo, y les daba una
ilusión de seguridad sin tenerla; siempre y cuando se mantuvieran
juntos en una unidad colectiva ante el fuego común como un
Todos en las Partes o viceversa, un Somos/Soy. Somos casi nada,
una simple gota de agua en el océano-decía la madre Teresa de
Calcuta-pero el océano sería menos si le faltara esa simple gota-
Pero
se necesitaron algunos siglos para entender lo que significaba caer
realmente en lo que pudo haber sido enseñado, es decir obligar
a unos seres libres, que vivían fuera de la ley y del orden a
entender tales cosas y obedecerlas y lo más grave del asunto a
aceptar que para estar dentro de sus beneficios, tenían que
privarse de su propio creer y aceptar el creer general del “demos”
y el “kratós”. Las dos cabezas simbólicas del gran monstruo
marino antes dicho que luego se transformó en Instituciones
y demás aparatos del poder.
El
poeta Untermeyer no podía tener la visión de un Cornelius Tácito
cuando narró la decadencia del Imperio Romano pero su poema
probablemente mordaz , en términos actuales , picante , corrosivo,
ácido, y oblicuo, como escrito por una mente ajena al medio, al ser
difundido se convirtió en un artefacto de guerra y un peligro
inusual y extraordinario, capaz de socavar el poder establecido,
incitar a la desobediencia, creando fisuras en el creer y en la paz
de sus lectores, lo cual le acarreó muchos problemas a su autor en
la década del 50 y con toda seguridad también las tendría ahora.
Los registros indican que el poeta fue acosado y perseguido, , lo
acusaron de socialista y comunista, seguidor de C. Marx y lo
desacreditaron hasta la saciedad; pero si apenas era un simple
poema de un pensador autodidacta, de oficio de joyero, tan demócrata
que hasta se había casado 5 veces; era liberal y de religión
Protestante como la mayoría de la población de allá y de
pensamiento pragmático , pero era un lector tenaz que había leído
a Moby Dick de Herman Melville y seguramente le había impresionado
el capítulo de las matanzas y el descuartizamiento de las ballenas
por el capitán Ahhb y pensó mercantilmente en las toneladas de
aceite y las lonjas de bistec desperdiciados que una vez asados
podrían abastecer los mercados de New York y repartirse entre los
millones de pobres y negros de aquella ciudad que si se pusieran
de acuerdo y se sacudieran un poco del aturdimiento hasta podrían
cambiar el Estado unidos.
Naudy
H. Lucena